jueves, 25 de febrero de 2016

Arquetipos y personajes femeninos en la literatura universal

Arquetipos y personajes femeninos en la literatura universal
Por: Raúl Pérez Hernández
La palabra, «personaje», según el Diccionario de la Real Academia Española, proviene del griego, «prosopōn» portador de máscara, y del latín «per-sonare», para resonar. Y en efecto, en los personajes de la literatura, suenan y resuenan los arquetipos o imágenes primordiales que habitan en el inconsciente colectivo, es decir, los personajes son una vía para conocer los estereotipos humanos como modelos de la personalidad y de conductas. Por ello, se puede afirmar que la personificación axiológica, es la teleología de cada personaje en la literatura universal. De esta manera, la literatura tiende un puente entre ficción y realidad, entre lo inconsciente y lo consciente, entre lo subjetivo y lo objetivo, entre lo abstracto y lo concreto, entre lo indirecto y lo directo  para transitar en él y acceder al conocimiento del otro, con la premisa por delante de que, como menciona Todorov, “conocer al otro y conocerse a sí mismo es la misma cosa”. Por ello, en el presente artículo, se enfatiza la recepción de la literatura como un «texto espejo»
            Siguiendo esta línea de ideas podemos afirmar que, la poética despierta la posibilidad de relación del mundo con la mujer, y de ella con el universo. Ahí, en la literatura universal, anidan los arquetipos femeninos, nacen y se proyectan para quedar grabados en el inconsciente colectivo a través del mito, de la leyenda, del cuento o novela. El poeta en su ensoñación con la mujer, crea y vive desde la palabra, la polifonía de sentidos que habrán de cantar el pretérito y devenir femenino. Hoy, lo hecho y lo dicho está, y si observamos y escuchamos el lenguaje literario como camino y destino a mundos posibles e hipótesis de vidas, conoceremos que la numinosidad femenina, ilumina a la vez que funde toda perspectiva del alma y consciencia que diseña la arquitectura de confianza de estar en el universo con ellas y ellas en  otredad.
            La mujer, ya sea como poetisa, personaje en la narrativa o «yo poético femenino» en la lírica, desvela su propia naturaleza narrándose a sí misma,  al  tiempo que proyecta  imágenes que han quedado incorporadas en la memoria de la humanidad como patrones del ser femenino. La poetisa/lectora, desde Safo, pasando por Juana de Asbaje y hasta Simon de Beauvoir, ha de lanzar su antítesis a los estereotipos femeninos dictados por la cultura patriarcal, mostrar ese fenómeno,  no es objetivo nuestro, pero tampoco antitético a él. Más bien en este artículo, con mirada junguiana, intentaremos aunque con brevedad por motivos de espacio, presentar  tres personajes de la literatura universal que han trascendido en el tiempo y espacio como arquetipos femeninos, esto sin atender la variable de género –masculino/femenino-, del escritor.
Para iniciar, debemos poner en perspectiva como centro y punto de partida en la identificación de las representaciones sociales de lo femenino,  la presencia de la mitología greco-romana. Para la identificación de los arquetipos femeninos, nos apoyaremos sobre todo, en las diosas olímpicas, por ser estas la fuente primigenia que simbolizan lo femenino. Estas diosas se han clasificado para los fines que pretendemos en tres categorías; Las diosas vírgenes, las diosas vulnerables y las diosas alquímicas o trasformativas. Las diosas vírgenes, en la mitología greco/latina, están presentes a través de Artemisa/Diana, Atenea/Minerva, y Hestia/Vesta. Las diosas vulnerables son; Hera/Juno, Démeter/Ceres y Perséfone/Coré. Por último, a las alquímicas o transformativas que son representadas por, Afrodita/Venus.
            La independencia, autonomía y autosuficiencia caracteriza a las diosas vírgenes. Los elementos emocionales no son su prioridad y estos no les desvían para lo que les es importante. El enamoramiento no les es afín, como tampoco el sufrimiento y el tormento. Son fuertes y se enfocan únicamente con lo personalmente significativo. Por otra parte y en oposición, las diosas vulnerables representan todo aquél carácter de la mujer tradicional en la sociedad falocéntrica. Estas diosas en la mitología greco-romana, fueron violadas, raptadas y humilladas por dioses masculinos. Los roles que les identifican son la dependencia, adopción y fuerte necesidad de vínculo, además de su alta sensibilidad en lo afectivo. Son madres, esposas e hijas llevando a cuestas los papeles tradicionales de estas en la cultura patriarcal. Por último, tenemos a las diosas alquímicas o transformativas, ellas valoran más bien la intensidad en las relaciones que la permanencia, son altamente receptivas a los cambios y al proceso creativo. En la mitología greco/latina, representan el amor y la belleza, su desempeño se inclina a la procreación y descendencia.
            Esta caracterización de deidades femeninas, se pone de manifiesto en la obra Teogonía, de Hesiodo,  Los Himnos Homéricos, en la Ilíada y la Odisea, además en Las tragedias de Eurípides, Sófocles y Esquilo, entre otros textos prístinos del pensamiento deífico de occidente. Lo fundacional de la cultura griega antigua, hace infranqueable su atención, además por la abundancia de  intertextos de esta literatura en las obras que le preceden, desde entonces hasta la actualidad.
            Así encontramos el mito de Electra y Edipo, en la presencia del elemento «incesto» en los argumentos de la novela y el cuento, de Narciso en la narración del pacto de belleza y juventud eterna, de Orfeo en el poder del canto y la música, de Prometeo como dador del fuego y la luz, y una muy larga lista de etcéteras.
            En este orden de ideas, continuamos con el llamado de personajes de la literatura universal para yuxtaponerlos con las deidades femeninas que ya mencionamos. Iniciemos pues, con Úrsula Iguarán, personaje de la obra, Cien años de soledad, del colombiano Gabriel García Márquez (1927-2014).
            Úrsula Iguarán, pródiga en roles y funciones, se caracteriza por su metamorfosis. (Cabe hacer la mención que de acuerdo con la historia individual, puede la personalidad estancarse o transitar de un arquetipo a otro). Úrsula posee la fuerza de las diosas vírgenes a la vez que muestra su vulnerabilidad como protectora de la familia y el hogar. Úrsula portadora de la fuerza de la vida y la fecundidad es sin lugar a dudas la figura más representativa y gigantesca de la novela. Al igual que Gea la diosa mitológica griega, diosa madre de la tierra de la que descendieron todas las razas divinas, Úrsula es la matriarca de la familia Buendía, por ello Úrsula encabeza la lista de los personajes femeninos que situamos como diosas vírgenes.
            En el grupo de las diosas vulnerables tenemos como prototipo a Eugénie Grandet, heroína de la novela que lleva como título el mismo nombre, obra representativa de la novela realista del siglo XIX del escritor francés, Honoré de Balzac (1799-1850). Eugénie, fue humillada y traicionada por su propia familia. La avaricia de su padre motiva para dar a su hija una vida acética además de doblegar su libertad de decisión para definir su futuro. No obstante que contrae matrimonio con quien ella decide, este, su marido a la vez que su primo la traiciona. La nobleza e inocencia de Eugénie, la confinan después de un segundo matrimonio a los actos de caridad y misericordia.
            Por último el turno es para Emma Bovary, personaje principal de la novela del escritor francés Gustave Flaubert (1821-1880), Madam Bovary. Emma encabeza el grupo de las diosas alquímicas o transformativas. Flauber, desde Emma, pone de manifiesto la monotonía y desilusiones de la vida burguesa y reta  la moral victoriana. Emma como amante, romántica e ilusionada, prioriza la pasión y el romance intenso sobre un matrimonio insípido y “correcto”. Más que una historia de adulterio y suicidio, en un doble fondo, Flaubert hace una crítica a la doble moral de la sociedad burguesa de su tiempo.
            Por ahora nos conformaremos con estos tres personajes como muestra de cada arquetipo, sin embargo, presentaremos en los siguientes números de esta revista, personajes como; Susana San Juan, De la obra de Juan Rulfo, Pedro Páramo. La Maga, de Rayuela del escritor Julio Cortázar, Doña Bárbara de Rómulo Gallegos, Jesusa Palancares en Hasta no verte Jesús mío de Elena Poniatowska, Ofelia, en Hamblet de William Shakespeare, Elizabeth Bennet en Orgullo y prejuicio de Jane Austin, Nana en Nana de Emile Zolá. Natasha Rostova en La guerra y la paz, de León Tolstoi, Fantine en Los miserables de Victor Hugo, Nora en Casa de muñecas de Henrik Ibsen y otras entre una larga lista.