Ortuño, M. (1997) Teoría
y práctica de la Lingüística Moderna. Trillas. México.
•Las
proposiciones son sintagmas que constituyen estructuras muy complejas, formadas por un
sujeto más un predicado, pero se diferencian de los enunciados en que las
proposiciones no tienen independencia sintáctica o funcional; por ejemplo:
Los niños estudian mucho y las
niñas estudian poco.
En
este enunciado se puede reconocer la existencias de dos proposiciones unidas
por medio de un enlace coordinante; pero cada proposición tiene sujeto y
predicado.
Los niños estudian mucho: estructura
S+P.
Las niñas estudian poco: estructura
S+P.
Al unirse mediante en
enlace, cada una de ellas ha perdido su independencia y funcionan como sintagma
o estructura que forman parte de otro sintagma o estructura mayor. En este
caso, de un enunciado compuesto coordinado.
Los niños que estudian mucho tendrán un premio.
En este enunciado, compuesto
subordinado, también se puede reconocer dos proposiciones:
los niños tendrán un premio: enunciado o proposición principal
que estudian mucho: enunciado o proposición subordinada.
Se estima que es más
correcto llamar proposición y no enunciado a estos sintagmas, que son
estructuras dependientes de un sintagma mayor e independiente: el enunciado
compuesto.
•Los enunciados son sintagmas más completos
que se puede construir desde el punto de vista sintáctico, es decir, los
sintagmas independientes, que constituyen estructuras completas y acabadas,
desde el punto de vista sintáctico.
La casa está vieja. El jardín parece vacio. Vente
conmigo.
¡Vámonos! ¡Salgan! ¡Llueve! ¡Ay!
¡Hola!
Los buenos
alumnos sacarán mejores premios en los exámenes.
Los perros
corren y los pájaros vuelan. Tráeme una buena pieza.
Estos enunciados son de muchas y diversas clases.
ENUNCIADO,
PROPOSICIÓN Y CONSTRUCCIÓN
Es importante insistir en el conocimiento de estas
tres clases de sintagmas.
•El enunciado es
la unidad de comunicación o mensaje con independencia sintáctica. Se trata de
un signo lingüístico complejo, es decir, formado por varios morfemas o
sintagmas que se enlazan entre sí.
Un
enunciado puede ser una simple palabra, siempre y cuando constituya unidad de
comunicación o mensaje, pero también puede estar formado por varias palabras,
estructuras o sintagmas entrelazados.
Para
su reconocimiento y definición se puede aplicar los distintos criterios del
análisis lingüístico, señalando lo siguiente:
El
enunciado:
-Con
criterio sintáctico: es un sintagma
independiente;
-Con
criterio semántico: es una unidad de
comunicación que tiene sentido completo y expresa la unidad del hablante;
-Con
criterio fonológico: termina siempre
en una pausa y cambio de entonación, que denota el final del mensaje o de la
comunicación, y
-Con
criterio ortográfico: empieza en
letra mayúscula y termina con punto. También puede aparecer entre signos de
admiración e interrogación.
Teniendo
en cuenta estos criterios, la determinación de los enunciados resulta muy
sencilla y no ofrece la menor duda:
¡Hola! ¿Qué tal?
¡Muy bien! ¡Qué noche tan bella! Por este camino se llega al campamento. Vámonos pronto. Si no tienes inconveniente, mañana
comeremos más tarde. Los perros
ladran. La manada está
tranquila. Los alumnos que estudien mucho obtendrán
los mejores premios.
Todos estos sintagmas constituyen enunciado;
naturalmente, hay muchas clases y tipos de enunciados.
Hay
enunciados formados por una sola palabra y enunciados en que aparecen dos y más
palabras: enunciados simples y compuestos; y enunciados coordinados y subordinados.
Proposición
es un sintagma o estructura sintáctica que, a pesar de tener todas las
características del enunciado, no constituye unidad de comunicación, debido a
su dependencia o inserción dentro de un sintagma o estructura más compleja.
La
proposición puede ser una simple palabra o estar formada por varias palabras,
estructuras o sintagmas entrelazados. A su reconocimiento y definición se
pueden aplicar los criterios de análisis lingüístico, señalando lo siguiente:
La proposición:
-Con criterio sintáctico:
es un sintagma dependiente, incluido en un enunciado más complejo;
-Con criterio semántico:
no tiene sentido completo, pero expresa una actitud de parte del hablante.
-Con criterio fonológico:
la entonación y la pausa denotan que el mensaje o la comunicación no han
terminado, y
-Con criterio ortográfico:
la proposición no termina en punto sino en coma o enlace, señalando su
dependencia de otro sintagma, con el que tiene que aparecer unido.
Si un
enunciado se une a otro para formar entre ambos un enunciado compuesto o
complejo (compuesto subordinado), cada enunciado se convierte en una
proposición; por ejemplo:
El caballo galopa. Los
pájaros vuelan. Los perros ladran. La manada está tranquila. Los alumnos estudian mucho. Obtendrán los mejores premios. Los muchachos están alegres. Los mayores están pensativos. Vámonos pronto. Por este camino se llega al campamento.
|
Estos enunciados se pueden unir por
medio de ciertos enlaces y llegar a convertirse en proposiciones de enunciados compuestos;
por ejemplo:
El caballo galopa los pájaros vuelan.
|
|
Los perros ladran la manada
está tranquila.
|
Los
alumnos estudien mucho
obtendrán los mejores premios.
|
Los
muchachos están alegres los mayores
están pensativos.
Vámonos pronto por este camino se llega al
campamento.
Las proposiciones se enlazan entre sí para formar
enunciados de dos maneras: mediante coordinación
y por medio de subordinación, dando
lugar a los enunciados coordinados y los enunciados complejos.
Construcción es un sintagma de menor categoría que el enunciado y la
proposición; es una estructura sintáctica mínima, resultante de la unión de
varias palabras, carente de sentido o de actitud del hablante. A su reconocimiento
y definición se puede aplicar los criterios de análisis lingüístico, señalando
lo siguiente:
La construcción:
-Con criterio sintáctico: es un sintagma dependiente,
incluido en proposiciones o enunciados;
-Con criterio semántico: no tiene sentido completo ni
expresa una actitud de parte del hablante, y
-Con criterio fonológico: su entonación forma parte y
está incluida en la entonación general de la proposición o del enunciado en los
que se halla inserta.
He aquí algunas construcciones:
El caballo / los pájaros / los perros/ la manada / los mejores premios / a la casa / por
este camino
En el siguiente ejemplo se puede observar la existencia y
funcionamiento del enunciado, la proposición y las construcciones:
Por las noches vienen a sus ramas las almas de los
viejos pájaros y comienzan a piar desesperadamente.
|
El sintagma completo es un enunciado
compuesto coordinado.
Existen dos proposiciones
unidas por el enlace
Aparecen diversas
construcciones:
Por las noches / a sus ramas
/ las almas de los viejos pájaros /
a piar desesperadamente / a piar / los viejos pájaros
Se puede incluir que:
Enunciados simples son
aquellos que en sus estructuras no incluyen ninguna proposición; en cambio, son
enunciados compuestos los que en su estructura total incluyen una o más
proposiciones, ya sean coordinadas o subordinadas.(pág. 70-74).
Es enunciado bimembre aquél
cuya estructura presenta dos sintagmas enfrentados: el sintagma sujeto y el
sintagma predicado. Estos sintagmas no se relacionan por coordinación ni por
subordinación, sino por enfrentamiento. El enunciado bimembre recibe el nombre
de oración.
El enfrentamiento de sujeto y predicado se comprueba
porque ambos sintagmas se implican mutuamente: existe sujeto porque hay
predicado y viceversa: S→P.
Además, por la concordancia que establece entre sus
núcleos. (p 76).
Bajtín. M.M- (2003). Estética de la creación verbal. Siglo
XXI. México.
EL ENUNCIADO COMO UNIDAD DE LA COMUNICACIÓN DISCURSIVA,
DIFERENCIA ENTRE ESTA UNIDAD Y LAS UNIDADES DE LA LENGUA (PALABRA Y ORACIÓN).
“…el oyente, al percibir y
comprender el significado (lingüístico) del discurso simultáneamente toma con
respecto a éste una activa postura de respuesta: está o no de acuerdo con el
discurso (total o parcialmente), lo completa, lo aplica, se prepara para una
acción, etc.; y la postura de respuesta del oyente está en formación a lo largo
de todo el proceso de audición y comprensión desde el principio, a veces, a
partir de las primeras palabras del hablante. Toda comprensión de un discurso
vivo, de un enunciado viviente, tiene un carácter de respuesta (a pesar de que
el grado de participación puede ser variado); toda comprensión está preñada de
respuesta y de una u otra manera la genera: el oyente se convierte en hablante.
Una comprensión pasiva del discurso es tan sólo un momento abstracto de la
comprensión total y activa que implica una respuesta, y se actualiza en
consiguiente respuesta en voz alta. Claro, no siempre tiene lugar una respuesta
inmediata en voz alta; la comprensión activa del oyente puede traducirse en una
acción inmediata ( en el caso de una orden, podrías tratarse del cumplimiento),
puede asimismo quedar por un tiempo como una comprensión silenciosa (algunos de
los géneros discursivos están orientados precisamente hacia esta tipo de
comprensión, por ejemplo los géneros líricos), pero ésta, por decirlo así es
una comprensión de respuesta de acción retardada: tarde o temprano lo escuchado
y lo comprendido activamente resurgirá en los discursos posteriores o en la
conducta del oyente.” (p. 26).
La falta de una definición terminológica y la
confusión que reinan en un punto tan importante, desde el punto de vista
metodológico, para el pensamiento lingüístico, son resultado de un menosprecio
hacia la unidad real de la
comunicación discursiva que es el enunciado. Porque el discurso puede existir
en la realidad tan sólo en forma de enunciados concretos pertenecientes a los
hablantes o sujetos del discurso. El discurso siempre está vertido en la forma
del enunciado que pertenece a un sujeto discursivo determinado y no puede
existir fuera de esta forma. Por más variados que sean los enunciados según su
extensión, contenido, composición, todos poseen, en tanto que son unidades de
la comunicación discursiva, unos rasgos estructurales comunes, y, ante todo,
tienen fronteras muy bien definidas.
Es necesario describir estas fronteras que tienen un carácter esencial y de
fondo.
Las
fronteras de cada enunciado como unidad de la comunicación discursiva se
determinan por el cambio de los sujetos
discursivos, es decir, por la alternación de los hablantes. Todo enunciado,
desde una breve réplica del diálogo cotidiano hasta una novela grande o un
tratado científico, posee por decirlo así, un principio absoluto y un final
absoluto; antes del comienzo están los enunciados de otros, después del final
están los enunciados respuestas de otros (o siquiera una comprensión silenciosa
y activa del otro, o, finalmente, una acción respuesta basada en tal tipo de
comprensión). Un hablante termina su enunciado para ceder la palabra del otro o
para dar lugar a su comprensión activa como respuesta. El enunciado no es una
unidad convencional sino real, delimitada con precisión por el cambio de los sujetos
discursivos, y que termina con el hecho de ceder la palabra al otro, una
especie de un dixi silencioso que se
percibe por los oyentes [como señal] de que el hablante haya concluido.
Esta
alteración de los sujetos discursivos, que constituye las fronteras precisas
del enunciado, adopta, en diversas esferas de la praxis humana y de la vida
cotidiana, formas variadas según distintas funciones del lenguaje, diferentes
condiciones y situación de la comunicación. Este cambio de sujetos discursivos
se observa de una manera más simple y obvia en un diálogo real, donde los
enunciados de los interlocutores (dialogantes), llamadas réplicas, se
sustituyen mutuamente. El diálogo es una forma clásica de la comunicación
discursiva debido a su sencillez y claridad. Cada réplica, por más breve e
intermitente que sea, posee una conclusión específica, al expresar cierta
posición del hablante, la que puede ser contestada y con respecto a la que se
puede adoptar otra posición. En esta conclusión específica del enunciado haremos
hincapié más adelante, puesto que éste es uno de los rasgos distintivos
principales del enunciado. Al mismo tiempo, las réplicas están relacionadas
entre sí. Pero las relaciones que se establecen entre las réplicas de un
diálogo y que son relaciones de pregunta, afirmación y objeción, afirmación y
consentimiento, proposición y aceptación, orden y cumplimiento, etc., son
imposibles entre unidades de la lengua (palabras y oraciones), ni dentro del
sistema de la lengua, ni dentro del enunciado mismo. Estas relaciones
específicas que se entablan entre las réplicas de un diálogo so apenas
subespecies de tipos de relaciones que surgen entre enunciados enteros en el
proceso de la comunicación discursiva. Tales relaciones pueden ser posibles tan
sólo entre los enunciados que pertenezcan a diferentes sujetos discursivos,
porque presuponen la existencia de otros (en relación con el hablante) miembros de
una comunicación discursiva. Las relaciones entre enunciados enteros no se
someten a una gramaticalización porque, repetimos, son imposibles de establecer
entre las unidades de la lengua, ni a nivel del sistema de la lengua, ni dentro
del enunciado.
En
los géneros discursivos secundarios, sobre todo los géneros relacionados con la
oratoria, nos encontramos con algunos fenómenos que aparentemente contradicen a
nuestra última tesis. Muy a menudo el hablante (o el escritor), dentro de los
límites de su enunciado plantea preguntas, las contesta, se refuta y rechaza
sus propias objeciones, etc. Pero estos fenómenos no son más que una
representación convencional de la comunicación discursiva y de los géneros
discursivos primarios. Tal representación es característica de los géneros
retóricos (en sentido amplio, incluyendo algunos géneros de la divulgación
científica), pero todos los demás géneros secundarios (literarios y
científicos) utilizan diversas formas de la implantación de géneros discursivos
primarios y relaciones entre ellos a la estructura del enunciado (y los géneros
primarios incluidos en los secundarios se transforman en mayor o menor medida,
porque no tiene lugar un cambio real de los sujetos discursivos). Tal es la
naturaleza de los géneros secundarios. Pero en todos estos casos, las
relaciones que se establecen entre los géneros primarios reproducidos, a pesar
de ubicarse dentro de los límites de un solo enunciado, no se someten a la
gramaticalización y conservan su naturaleza específica, que es fundamentalmente
distinta de la naturaleza de las relaciones que existen entre palabras y
oraciones (así como entre otras unidades lingüísticas: combinaciones verbales,
etc.) en el enunciado.
Aquí,
aprovechando el diálogo y sus réplicas, es necesario explicar previamente el problema
de la oración como unidad de la lengua, a diferencia del enunciado como unidad
de la comunicación discursiva.
(El
problema de la naturaleza de la oración es uno de los más complicados y
difíciles en la lingüística. La lucha de opiniones en relación con él se
prolonga hasta el momento actual. Desde luego, la aclaración de este problema
en toda su complejidad no forma parte de nuestro propósito, nosotros tenemos la
intención de tocar tan sólo en parte un aspecto de él, pero este aspecto, en
nuestra opinión, tiene una importancia esencial para todo el problema. Lo
que nos importa es definir exactamente la relación entre la oración y el
enunciado. Esto ayudará a vislumbrar mejor lo que es el enunciado por una
parte, y la oración por otra.)
De
esta cuestión nos ocuparemos más adelante, y por lo pronto anotaremos tan sólo
el hecho de que los límites de una oración como unidad de la lengua jamás se
determinan por el cambio de los sujetos discursivos. Tal cambio que enmarcaría
la oración desde los dos lados la convierte en un enunciado completo. Una
oración así adquiere nuevas cualidades y se percibe de una manera diferente en
comparación con la oración que está enmarcada por otras oraciones dentro del
contexto de un mismo enunciado perteneciente a un solo hablante. La oración es
una idea relativamente concluida que se relaciona de una manera inmediata con
otras ideas de un mismo hablante dentro de la totalidad de su enunciado; al
concluir la oración, el hablante hace una pausa para pasar luego a otra idea
suya que continúe, complete fundamente a la primera. El contexto de una oración
viene a ser el contexto del discurso de un mismo sujeto hablante; la oración no
se relaciona inmediatamente y por sí misma con el contexto de la realidad
extraverbal (situación, ambiente, prehistoria) y con los enunciados de otros
ambientes, sino que se vincula a ellos a través de todo el contexto verbal que
la rodea, es decir, a través del enunciado en su totalidad. Si el enunciado no
está rodeado por el contexto discursivo de un mismo hablante, es decir, si
representa un enunciado completo y concluso (réplica del diálogo) entonces se
enfrenta de una manera directa e inmediata a la realidad (al contexto
extraverbal del discurso) y a otros enunciados ajenos; no es seguida entonces por una pausa determinada y evaluada
por el mismo hablante (toda clase de pausas como fenómenos gramaticales
calculados y razonados sólo son posibles dentro del discurso de un solo
hablante, es decir, dentro de un mismo enunciado; las pausas que se dan entre
los enunciados no tienen un carácter gramatical sino real; esas pausas reales
son psicológicas o se producen por algunas circunstancias externas y pueden
interrumpir un enunciado; en los géneros literarios secundarios esas pausas se
calculan por el autor, director o actor, pero son radicalmente diferentes tanto
de las pausas gramaticales como estilísticas, las que se dan,, por ejemplo,
entre los sintagmas dentro del enunciado), sino por una respuesta o la
comprensión tácita del otro hablante. Una oración semejante convertida en un
enunciado completo adquiere una especial plenitud del sentido: en relación con
ello se puede tomar una postura de respuesta: estar de acuerdo o en desacuerdo
con ello, se puede cumplirla si es una orden, se puede evaluarla, etc.;
mientras que una oración dentro del contexto verbal carece de capacidad para
determinar una respuesta, y la puede adquirir (o más bien se cubre por ella)
tan sólo dentro de la totalidad del enunciado.
Todos
esos rasgos y particularidades, absolutamente nuevos, no pertenecen a la
oración misma que llegase a ser un enunciado, sino al enunciado en sí, porque
expresan la naturaleza de éste, y no la naturaleza de la oración; esos
atributos se unen a la oración completándola hasta formar un enunciado completo. La oración como unidad de la lengua
carece de todos esos atributos: no se delimita por el cambio de los sujetos
discursivos, no tiene un contacto inmediato con la realidad (con la situación
extraverbal) ni tampoco se relaciona de una manera directa con los enunciados
ajenos; no posee una plenitud del sentido ni una capacidad de determinar directamente
la postura de respuesta del otro hablante,
es decir, no provoca una respuesta. La oración como unidad de la lengua tiene
una naturaleza gramatical, límites gramaticales, conclusividad y unidad
gramaticales. (Pero analizada dentro de la totalidad del enunciado y desde el
punto de vista de esta totalidad, adquiere propiedades estilísticas.) Allí
donde la oración figura como un enunciado entero, resulta ser enmarcado en una
especie de material muy especial. Cuando se olvida esto en el análisis de una
oración, se tergiversa entonces su naturaleza (y al mismo tiempo, la del
enunciado, al atribuirle aspectos gramaticales). Muchos lingüistas (en lo
que respecta a la sintaxis) confunden ambos campos: lo que estudian es, en
realidad, una especie de híbrido entre la oración (unidad de la lengua) y el
enunciado. La gente no hace intercambio de oraciones ni de palabras en un
sentido estrictamente lingüístico, ni de conjuntos de palabras; la gente habla
por medio de enunciados, que se construyen con la ayuda de las unidades de la
lengua que son palabras, conjuntos de palabras, oraciones; el enunciado puede
ser constituido tanto por una oración como por una palabra, es decir, por una
unidad del discurso (principalmente, por una réplica del diálogo), pero no por eso
una unidad de la lengua se convierte en una unidad de la comunicación
discursiva.
La
falta de una teoría bien elaborada del enunciado como unidad de la comunicación
discursiva lleva a una diferenciación insuficiente entre la oración y el
enunciado, y a menudo a una completa confusión entre ambos.
Volvamos
al diálogo real. Como ya lo hemos señalado, es la forma clásica y más sencilla
de la comunicación discursiva. El cambio de los sujetos discursivos (hablantes)
que determina los límites del enunciado se presenta en el diálogo con una
claridad excepcional. Pero en otras esferas de la comunicación discursiva,
incluso en la comunicación cultural complejamente organizada (científica y
artística), la naturaleza de los límites del enunciado es la misma. (págs. ¿?)
Como la palabra, la oración también es
una realidad intuida por los hablantes (aunque estos suelan preferir hablar de
frase). La oración representa un pequeño mensaje (unidad conceptual), en el que
un predicado informa acerca de un sujeto (unidad estructural), y que se asocia
en la escritura a un conjunto de palabras delimitadas por un punto al principio
y otro al final (unidad formal). Tales marcas gráficas se corresponden en la
lengua hablada con una entonación que la diferencia y aísla. Ninguna de estas
propiedades asegura su reconocimiento, por tanto ninguna de ellas convierte la
oración en un concepto científico (claro y distinto), como manifiesta la
existencia de demasiados malos ejemplos.
Toda esta
problemática tiene dos grandes causas:
a. La falta de ajuste entre las unidades
conceptual, estructural y formal, con muestras que presentan una de ella (¡Ana!,
Me gritó: sal pronto). Detrás de este hecho está el gran número de
definiciones existentes de la oración, cada una de las cuales ha privilegiado
una de ellas.
b. Los problemas de aplicación de los
criterios emanados de la triple unidad. Esto se debe a que la unidad conceptual
es de naturaleza mental y se materializa en unas propiedades formales de
validez limitada. La entonación tiene muchos problemas y las propias de la
lengua escrita lógicamente no funcionan en la hablada y, aparte, dependen
demasiado de las decisiones individuales de los hablantes. Así apuntuó A.
Machado el primer serventesio de sus famoso “Retrato”:
·
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
·
y un huerto claro donde madura el limonero;
·
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
·
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
También podría haber
sustituido los puntos y coma por puntos, entonces, se habría hablado de tres
enunciados oracionales.
Para superar esta
falta de definición se han seguido dos caminos: eliminar la oración o
restringirla mediante la separación de la oración de otras unidades próximas.
En un caso y otro, siempre el investigador y el profesor tendrá que luchar con
la intuición originaria de los hablantes.
Enunciado, oración,
cláusula y construcción
Para facilitar el
estudio de la sintaxis del español, es muy útil esta distinción:
o
ENUNCIADO: unidad
comunicativa mediante la que el hablante realiza un determinado acto
transmitiendo un mensaje relativamente autónomo. Sus límites van de un punto a
otro punto, por lo que posee una entonación propia. Pueden ser oracionales (Te
llamo mañana) o no (¡Trato hecho!, ¡Ojalá!). Los enunciados oracionales
más completos contiene una oración y ciertos constituyentes que quedan fuera de
ella: conectores discursivos y modificadores oracionales. Los conectores
discursivos (además, encima, sin embargo, no obstante, por lo tanto…) unen
un enunciado a otro, dando lugar a diversas relaciones. Son un factor
fundamental de cohesión en todo el texto. Los modificadores oracionales son
adverbios y expresiones semejantes que aportan determinadas informaciones de
carácter subjetivo sobre la oración, por lo que quedan fuera de esta (Desgraciadamente,
se marcharon sin despedirse). Pertenecen también al enunciado y están
fuera de la oración: los vocativos (Eva, tírate al agua, que
está muy buena) y ciertos constituyentes que indican de que va a
hablarse <(En cuanto al plan Bolonia, quiero que conozcáis
este nuevo escrito).
o
ORACIÓN: unidad
sintáctica definida por la relación sujeto y predicado. Esta relación define la
estructura de las oraciones y organiza la red de funciones que las constituyen.
o
CLÁUSULA: oración
incluida en otra oración. Pueden ser coordinadas (Ana ha cogido en
brazos a Alejandro y este ha sonreído) o
subordinadas (Dime quién va a venir). Para simplificar
la terminología, en estos apuntes se seguirán llamando a las cláusulas,
oraciones.
o
CONSTRUCCIÓN: término impreciso empleado hoy día para referirse a aquellas
combinaciones de palabras en las que es posible distinguir un sujeto y un
predicado y que poseen una identidad característica, de modo que su significado
no se explica por la suma de sus constituyentes. Como las cláusulas, la mayoría
de las construcciones no son independientes, aunque, frente a estas, sus
peculiaridades dificultan su análisis como coordinadas o subordinadas.
o
PERIODO: Este viejo
término gramatical, recuperado recientemente, se aplica para esas oraciones
compuestas por dos oraciones entre las que se establece una relación causativa
(causa-efecto), como las que encontramos en las condicionales(Si te
duele, avisa), causales (Avisó al médico porque le dolía).
interesante.
ResponderEliminarGuerrero Diaz Polett 6/F V
ResponderEliminarGracias por el dato, la explicación y estructuración es muy sencilla, ademas, de fácil de comprender.