El ÁNGEL CAÍDO
Raúl Pérez Hernández
Vicente
Huidobro, poeta chileno (1893-1948), plasmó su visión teórica sobre la
estética poética en su manifiesto, Non Serviam, mismo que dio a conocer en
el Ateneo de Santiago de Chile, en 1914. Su movimiento poético se desarrolla a partir de la
contradicción, escuela conocida como el Creacionismo. Altazor, título que lleva su obra cumbre, publicada por primera vez
en 1931 en Barcelona, es un poemario de largo aliento y se inscribe en la
literatura de la vanguardia latinoamericana. En Altazor lo cinético, como algo absoluto y vivo, que cambia
constantemente sus elementos, es el principio para la creación y a la vez
rompimiento de paradigmas, jugando en un eje trinitario, Huidobro teje poesía,
filosofía y religión judeocristiana,
proponiendo la creación de un nuevo lenguaje en la poesía, recreando a la vez
al hombre, identidad y palabra.
Altazor, comienza donde comienza
el tiempo, con la creación del mundo. Como en la Génesis de las escrituras
sagradas y finaliza donde lo hace el tiempo, con el Apocalipsis, así en Altazor se narra la historia de la
humanidad en ese lapso, puesto en un
prefacio seguido de siete cantos. Su
discurso bíblico es directo, no lo esconde, empezando desde el título, Altazor, /alto+azul→cielo/, contundentemente inicia su primera línea versal
diciendo, “Nací a los treinta y tres años, el día de la muerte de Cristo”
(Huidobro, 2004:25), la metáfora contiene un simbolismo religioso e involucra
la oposición /vida vs. muerte/, [yo naci y Cristo muere, yo sustituyo a Cristo].
Así, Huidobro pone en claro su
idealismo religioso cristiano en Altazor,
teniendo como principio absoluto el movimiento continuo que desarrolla a partir
de la contradicción, entre su visión y el statu
quo. Más adelante, continua el discurso de
movimiento y cambio, vida y muerte. “Una tarde, cogí mi paracaídas y
dije: ´Entre una estrella y dos golondrinas.’ He aquí la muerte que se acerca como
la tierra al globo que cae (…) Y ahora mi paracaídas cae de sueño en sueño por
los espacios de la muerte” (Huidobro, 2004: 26). Esta caída, no es otra cosa
que la caída de Adán y Eva al cometer el pecado original, caída que tiene que
ver con la mortalidad del hombre al ser castigado por YAVÉ. Pues en el Jardín
del Edén, no se conocía la muerte, como
tampoco el bien y el mal, el pecado, la culpa y el castigo generados por un
ángel que llega del cielo y provoca la ira del creador.
En el discurso bíblico al analizar
el mito del Génesis surge entre otras una pregunta, ¿Qué significa que la
muerte hizo su ingreso al mundo con la caída del hombre?, tal como Huidobro en
una imagen modernista al caer de un paracaídas y llega con la muerte. Al
respecto nos dice Frye, “la muerte adviene con la caída del hombre porque así
se racionaliza el sentimiento primitivo de que la muerte, el hecho más natural
e inevitable, es sin embargo sobrenatural, y que cuando morimos algo o alguien
debe ser responsable.” (Frye,2001:133), de esta manera podemos hacer una
primera conclusión; la negación de servir a la naturaleza de Vicente
Huidobro puesto de manifiesto en Non Serviam, se hace presente al
idealizar –desnaturalizar- la muerte con los patrones mentales judeocristiano y
por otra parte entreteje aquí, elementos filosóficos, estéticos y religiosos.
Es la constante en Altazor, mitos
religiosos con postulados metafísicos puestos con una nueva poética.
Huidobro reconstruye el mundo,
deconstruyendo el discurso bíblico, reinaugura como poeta creador la relación
del hombre con su medio, inventa una nueva escritura y sus articulaciones
semánticas. En el terreno filosófico retoma así de la dialéctica idealista, la
categoría universal y permanente, la contradicción, la negación que genera un
proceso espiral de desarrollo constante, concibiéndolo como lo único absoluto
pero también deífico. Huidobro canta en Altazor
así “/Sacudiré la nada con blasfemias y gritos/, /Hasta que caiga un rayo
de castigo ansiado/, /Trayendo a mis tinieblas el clima del paraíso/”. La
isotopía de partículas sacras, la palabra y la muerte-creación son el eje que
tensa la obra de Vicente Huidobro. Las imágenes que proyecta su poética nos
lleva a un mundo nuevo, invitando a transformar la realidad de la nada a una
realidad del todo, de la mano del Ángel caído sugiere que lo acompañen.
Bibliografía
FRYE,
Nortrhrop. (2001). El Gran Código.
Gedisa. Barcelona.
HUIDOBRO, Vicente. (2004) Altazor.
CONACULTA. México.
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