sábado, 21 de febrero de 2015

El ÁNGEL CAÍDO

Raúl Pérez Hernández


Vicente Huidobro, poeta chileno (1893-1948), plasmó su visión teórica sobre la estética  poética en su manifiesto, Non Serviam, mismo que dio a conocer en el Ateneo de Santiago de Chile, en 1914. Su movimiento poético  se desarrolla a partir de la contradicción,  escuela conocida como el Creacionismo. Altazor, título que lleva su obra cumbre, publicada por primera vez en 1931 en Barcelona, es un poemario de largo aliento y se inscribe en la literatura de la vanguardia latinoamericana. En Altazor lo cinético, como algo absoluto y vivo, que cambia constantemente sus elementos, es el principio para la creación y a la vez rompimiento de paradigmas, jugando en un eje trinitario, Huidobro teje poesía, filosofía y religión  judeocristiana, proponiendo la creación de un nuevo lenguaje en la poesía, recreando a la vez al hombre, identidad y  palabra.

            Altazor, comienza donde comienza el tiempo, con la creación del mundo. Como en la Génesis de las escrituras sagradas y finaliza donde lo hace el tiempo, con el Apocalipsis, así en Altazor se narra la historia de la humanidad en ese lapso, puesto  en un prefacio seguido de siete  cantos. Su discurso bíblico es directo, no lo esconde, empezando desde el título, Altazor, /alto+azul→cielo/,  contundentemente inicia su primera línea versal diciendo, “Nací a los treinta y tres años, el día de la muerte de Cristo” (Huidobro, 2004:25), la metáfora contiene un simbolismo religioso e involucra la oposición /vida vs. muerte/, [yo naci y Cristo muere, yo sustituyo a Cristo].

            Así, Huidobro pone en claro su idealismo religioso cristiano en Altazor, teniendo como principio absoluto el movimiento continuo que desarrolla a partir de la contradicción, entre su visión y el statu quo. Más adelante, continua el discurso de  movimiento y cambio, vida y muerte. “Una tarde, cogí mi paracaídas y dije: ´Entre una estrella y dos golondrinas.’ He aquí la muerte que se acerca como la tierra al globo que cae (…) Y ahora mi paracaídas cae de sueño en sueño por los espacios de la muerte” (Huidobro, 2004: 26). Esta caída, no es otra cosa que la caída de Adán y Eva al cometer el pecado original, caída que tiene que ver con la mortalidad del hombre al ser castigado por YAVÉ. Pues en el Jardín del  Edén, no se conocía la muerte, como tampoco el bien y el mal, el pecado, la culpa y el castigo generados por un ángel que llega del cielo y provoca la ira del creador.

            En el discurso bíblico al analizar el mito del Génesis surge entre otras una pregunta, ¿Qué significa que la muerte hizo su ingreso al mundo con la caída del hombre?, tal como Huidobro en una imagen modernista al caer de un paracaídas y llega con la muerte. Al respecto nos dice Frye, “la muerte adviene con la caída del hombre porque así se racionaliza el sentimiento primitivo de que la muerte, el hecho más natural e inevitable, es sin embargo sobrenatural, y que cuando morimos algo o alguien debe ser responsable.” (Frye,2001:133), de esta manera podemos hacer una primera conclusión; la negación de servir a la naturaleza de Vicente Huidobro  puesto de manifiesto en Non Serviam, se hace presente al idealizar –desnaturalizar- la muerte con los patrones mentales judeocristiano y por otra parte entreteje aquí, elementos filosóficos, estéticos y religiosos. Es la constante en Altazor, mitos religiosos con postulados metafísicos puestos con una nueva poética.

            Huidobro reconstruye el mundo, deconstruyendo el discurso bíblico, reinaugura como poeta creador la relación del hombre con su medio, inventa una nueva escritura y sus articulaciones semánticas. En el terreno filosófico retoma así de la dialéctica idealista, la categoría universal y permanente, la contradicción, la negación que genera un proceso espiral de desarrollo constante, concibiéndolo como lo único absoluto pero también deífico. Huidobro canta en Altazor así “/Sacudiré la nada con blasfemias y gritos/, /Hasta que caiga un rayo de castigo ansiado/, /Trayendo a mis tinieblas el clima del paraíso/”. La isotopía de partículas sacras, la palabra y la muerte-creación son el eje que tensa la obra de Vicente Huidobro. Las imágenes que proyecta su poética nos lleva a un mundo nuevo, invitando a transformar la realidad de la nada a una realidad del todo, de la mano del Ángel caído sugiere  que lo acompañen.

Bibliografía

FRYE, Nortrhrop. (2001). El Gran Código. Gedisa. Barcelona.
HUIDOBRO, Vicente. (2004) Altazor. CONACULTA. México.



No hay comentarios:

Publicar un comentario